Cuando tu historia es un camino hacia el futuro

Cada vez que escucho: “eres muy experiente y eso es importante”, mil pensamientos pasan por mi cabeza, como: ¿Será que esto de la experiencia realmente es cierto, o es algo que dicen solo por decir?

Dilemas como este surgen cuando tienes más de 50 años y quieres resignificar tu vida personal y profesional. El primer desafío es por dónde empezar. ¿Debería intentar parecer joven? Eso no sería genuino ni respetuoso con los años vividos.

Otra opción es la inquietud de querer contribuir, de querer trabajar, ser productiva, inspirarse e inspirar a otros. Y esta es una opción que requiere la voluntad de aprender y mantenerse actualizado. Yo opté por este camino.

Un día recibí un mensaje de WhatsApp del CEO de una startup, a quien ya conocía, pidiéndome un espacio en mi agenda para conversar. Siempre he admirado el trabajo de esta startup, así que rápidamente busqué alternativas en mi agenda, repleta de posibilidades, y encontré un hueco.

Días después, tuvimos nuestra conversación por Zoom. Este CEO es mucho más joven que yo y su empresa está creciendo con un equipo tan joven como él. La conversación fue amigable, como era de esperar, y, de repente, mencionó que quería invitarme a ser consejera de su startup. ¡Qué alegría! Estaba muy feliz. Mi experiencia se había convertido en algo atractivo para una empresa joven, que estaba comenzando su trayectoria. Para sentirme segura de aceptar la invitación y no tener ninguna duda, pregunté: ¿Por qué alguien como yo podría contribuir a esta startup? Ya había superado los 50 años, con una carrera consolidada en empresas, más de 35 años de experiencia, y los últimos 20 años trabajando como ejecutiva en Recursos Humanos. Todo esto me sugería que mi tiempo ya había pasado y que no encajaría en una empresa tan joven.

Para mi sorpresa, respondió: “Necesito personas con seniority para ayudarnos a equilibrar y moderar las discusiones, para que tomemos las mejores decisiones. Necesito a alguien con tu bagaje, que pueda dar estabilidad a un equipo tan joven. Tu conocimiento enriquecerá nuestras discusiones.”

Me sentí halagada y comencé a reconciliarme con mi experiencia. Me di cuenta de que mi trayectoria, tan consolidada, aún puede ser relevante, incluso en un entorno joven. Entendí lo obvio: que tener una larga experiencia no significa estar vieja o desactualizada. Significa tener un repertorio rico y profundo en temas que nunca dejarán de ser importantes.

Durante este tiempo juntos, he tenido la oportunidad de contribuir de diversas formas: en la visión del cliente, en el desarrollo del producto, en la comunicación, y en reflexionar sobre el propósito. Y, más allá de todo esto, he aprendido de ellos cada día. Parece un cliché, pero es cierto. Hay un intercambio productivo entre diferentes generaciones que trabajan juntas.

Si hay algo que puedo compartir sobre esta oportunidad, es que, para que este aprendizaje sea posible, no puedes permitir que tu experiencia te dificulte escuchar o te impida ser empática. Especialmente en un negocio que tiene tanta agilidad y fuerza, pero que está comenzando y estructurándose.

Es fundamental considerar que, en algunos momentos, por más que estés acostumbrada a acumular conocimientos, debes admitir que es necesario ser vulnerable y aprender. Esto significa, de manera empática, renunciar a tener siempre la razón en el aquí y ahora, para poder hacer de tu historia un camino hacia el futuro.

*Márcia Costa

Consultora de RRHH y Embajadora de la Liga Labora para la inclusión de la diversidad generacional

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